sábado, 30 de enero de 2010

Yo no quiero pasillos en mi cuerpo.

Cuando te enseñan a hablar, te enseñan un montón de palabras que sólo van a servir para hacerte daño. Nadie necesita desgracia o amargura en su vida. Que existan esas palabras es una tragedia. Enseñarlas, una crueldad.

Uno tiene las entrañas dentro del cuerpo por algún motivo. Sino estaríamos del revés con la piel escondida y las vísceras colgando de la frente. Sino seríamos reversibles. O transparentes. Pero no lo somos. Y no es justo inventar palabras que hagan de túnel. que entren dentro. que toquen cosas que no están hechas para ser tocadas.