lunes, 27 de octubre de 2008

Barrer

Hace un par de días compramos insecticida y nos sentimos un poco más responsables, más adultos y más extraños por haber pensado en aquello del "por si acaso". La verdad es que no me había parado a pensar en las consecuencias. No fui más allá de “cucal, que es más caro y seguro que se carga hasta los bichos de la vecina”. Y así de básica me imaginé un nada, una desaparición. No me había ni planteado la posibilidad de lo épico, de una gran batalla. Creo que hubiera sido gentil haber fingido un poco más de esfuerzo. Como cuando pides a alguien que te abra el bote imposible y lo hace con dos dedos. Eso no despierta simpatía.

En fin, que yo sólo quería conseguir una certeza que intuía: que si había algún bicho, desapareciera. No me había planteado nada más. No lo sé, igual creía que se morirían en su madriguera, en su casa, que no los vería... Yo no sabía que cuando echas insecticida los bichos intentan escapar. Y no lo digo por culpabilidad ni por pena. Simplemente porque ver bichitos boca arriba al lado del zócalo es una sensación rara. Tanto tiempo conviviendo para conocerlos postmortem.
Y es que, lo realmente inquietante de todo esto es que me habré cargado a los únicos testigos de muchos momentos de este último año, anécdotas que seguramente ni recuerdo.

Y así, barriendo, me he dado cuenta de que enfrentarte al pasado es barrer debajo de la cama. Pero hacerlo en serio, apartándolo todo y sacando todas las cosas del cuarto: sin miramientos. Saber que cabe la posibilidad de que enroscada en una pelusa o debajo de un ácaro haya una pestaña que no sea tuya. Y tener el coraje de tirarla. Y hacerlo sin verla, sin despedirte, sin nada. Saber que una vez se haya secado el suelo no quedará nada que venga de otro cuerpo.

Aunque es cierto: encontrar un pelo de otro color debajo de la sábana y ponerlo en la almohada de al lado, en la que le corresponde, tiene algo de entrañable... Pero bueno, también es una guarrada.

viernes, 17 de octubre de 2008

He empezado a leer "62/Modelo para armar" y de golpe me he dado cuenta de que no es un libro para leer una sola. Lo deberíamos leer entre dos. He puesto el marcapáginas en la página 16. Para ser justos, alguien debería llamar a la puerta ahora y sentarse a mi lado, en el sofá. Venir para sacarme el libro de las manos porque le corresponde empezar a leer a partir de ahí, hasta que se canse. Entonces me tocará el relevo. Y así hasta que acabemos. Aunque no hayamos entendido nada.

A decir verdad, podríamos hacerlo de otra manera. Cuando lea y tenga que dejar el libro, me llamará para decir "pág. 65". Yo cogeré un libro, cualquiera, para seguir por la 66.

martes, 7 de octubre de 2008

jueves

He oido muchas veces eso de "no puedo dividirme en dos". Yo siempre me imaginaba un corte limpio y frontal que partiera el cuerpo justo por la mitad, dejando un ojo para cada una de las partes.

Nunca me atreví a replicar lo obvio: "¡¡Pero eso son 3 divisiones!!"
(mitad 1 del cuerpo, mitad 2 del cuerpo y vísceras esparcidas por el suelo)

EN CONSTRUCCIÓ. RECEPTES DES DE LA CARÈNCIA, LA UBIQÜITAT I L'EXCÉS.


ACTOS OFICIALES


KARMA ALLUMÉ

sábado, 4 de octubre de 2008