domingo, 15 de diciembre de 2013

Perder la cabeza

Es fácil pensar que hay algo negativo en eso de perder la cabeza. Pero si pierdes la cabeza, tienes que buscarla. Perderla es conseguir un objetivo claro en la vida. Mientras la buscas, andas sin ojos y sin boca, te paseas con la aorta colgándote del cuello, andas a trompicones, chocándote con las paredes... pero andas segura de estar haciendo lo correcto. Nadie puede ser tan gilipollas como para decirte que encontrar tu cabeza es un objetivo absurdo.


Yo quiero perder la cabeza. Yo quiero que alguien me arranque la cabeza. Quiero perder los papeles, quiero encontrar confeti.

Y así andaríamos los dos, de la mano, aporreando paredes, haciéndonos morados, sin poder besarnos, sin poder decirnos cosas al oído. Nos lanzaríamos confetti, nos taponaríamos las arterias con papel. Felices sin reir, sin morder

martes, 26 de febrero de 2013

Es una suerte no tener la garganta recubierta de esponja. Una suerte no tener que retorcerme el cuello si no quiero llenarte la boca de líquidos mientras te beso. Una suerte que el estómago no tenga que desplazarse al esófago a recoger sopa y zumo. Aunque, con mi esponja, podría reciclar tu saliva; beberla cuando no estás, ducharme, fregar el suelo.