viernes, 15 de febrero de 2008

Hoy he empezado a tener envidia de los que se apellidan Corte o Cortenilla. Si alguna vez tuviera que escribir un libro, no dudaría en cambiar mi apellido. Entonces solo me quedaría cruzar los dedos para que nadie se interpusiera entre Cortázar y yo.

Con un poco de suerte, algún empleado inepto colocaría mal los libros metiendo sin querer a uno dentro del otro. Nuestras historias se tocarían y yo podría dormir apoyada en la página 55.

2 comentarios:

Por la tangente dijo...

Entiendo lo que dices. Marisa Madieri se acabó casando con Claudio Magris, pero no sé si antes o después de que sus libros se chocaran en las estanterías. Ella murió. El no. Pero en las librerías siguen juntos, sección narrativa italiana. La putada es que x esta misma lógica, a ti no te tocaría muy lejos de García Márquez---ja, ja, putada--- y a mí al ladito de Zoé Valdés, que no sé qué es peor porque tiene las cegas muy feas. Buenos días!

anana dijo...

Jaja pues sí... Es una suerte que no quiera ser escritora. Tengo que reconocer que también tengo un pasado y que a mi yo de 13 años le hubiera encantado apoyarse en Garcia-Márquez...