miércoles, 8 de julio de 2009

O.

Las palabras no le vienen de las cuerdas vocales. Tampoco del cerebro, los ojos o el pancreas. Ni siquiera, como nos pasa a casi todos, le vienen del ombligo o del culo. A ella, las palabras le salen directamente de los labios, sin pasar por ningun otro lado, sin siquiera mojarse de saliva. Cuando habla siempre deja el resto del cuerpo inmóvil. Y así, los ojos y las cejas no están obligadas también a hablar. Y pueden dormir y pensar en otras cosas.

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